El dolor aparece de diversas formas, una puntada, una leve molestia. Dolor sin más. El dolor con el que convivimos a diario.
Pero hay dolores que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás y hace que el mundo se desvanezca hasta que solo podemos pensar en el daño que nos han hecho.
Como enfrentarnos al dolor depende de nosotros, podremos no sopórtalo, aguantarlo, aceptarlo o simplemente ignorarlo. Aunque para algunos la mejor forma es seguir viviendo.
Ciertas decisiones son difíciles, o así lo creemos, pero las decisiones se toman automáticamente, solo que no se ejecutan por el miedo al dolor que las mismas generaran, por eso no son decisiones difíciles, sino dolorosas.
No hay soluciones sencillas, solo hay que dedicarse a respirar hondo y que el dolor que causa los problemas baje su intensidad.
Al dolor, para algunos, solo hay que aguantarlo, esperar a se vaya por si solo y que la herida que lo ha causado cicatrice.
La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse, pero a veces llega tan de repente, para darnos un golpe tan fuerte, envistiéndonos sin dejarnos levantar.
Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta.
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