Intento descubrir por donde empezar. Las palabras siempre se escapan, se enciman unas con otras. Estoy cayendo. Me levanto con pocas ganas de levantarme. Vivo con pocas ganas de vivir. Las cosas no tienen mucho sentido.
Hoy me dí cuenta que lo que me impulsa a intentar estar mejor son personas que valen la pena. Las que siempre me escuchan:
- ¿Cómo estás?
-Mal, pero ya me acostumbré.
-Querés que nos veamos mañana asi te despejas?
-Bueno dale, gracias.
Tengo suerte. Mucha. Y no muchos la tienen. No dejo de pensar. Otra vez, una y otra vez. Siempre es lo mismo. Sinceramente ya me acostumbré. Fingir no tiene nada de malo, no (Más si tiene que ser para que tu familia no se procupe).
-¿Comiste Laura?
-Si-
-¿Qué comiste?
-Fideos.
-Mirá que no tengo ganas de tener problemas con ese tema.
-No ma, nada que ver.
No me quiero acordar. Lo prometí. Y así tiene que ser, tengo que estar bien... yo puedo estar bien. La gente va en su mundo, como yo voy en el mio.
Vi a una mujer llorando en la parada del colectivo, me pregunto si le pasará lo mismo que a mí. Todos tenemos angustias, de distinto tipo. No voy a ser de las que se queden en el camino. Voy a tratar que eso no pase, aunque no prometo nada.
-Laura esta la cena en la mesa.
-No quiero cenar ma, me siento mal.
-No empecemos con el tema de la comida.
-No ma, nada que ver.
29/4/09
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