Uno piensa... ¿Quién no piensa?. Venian de viajes largos, lastimosos y distintos. La razón no la sé, pero se encontraron. Fue el punto de explosión, cuando nadie puede controlar nada, cuando todo se va de las manos. Las ganas de besarse y abrazarse surgieron desde hace poco tiempo, o quizá no, el tiempo de los dos , al igual que sus caminos, eran muy distintos. Se chocaron, les sangraron las manos, la cara, la nariz. Lloraron, se gritaron y se odiaron, por mucho tiempo y en muchas ocasiones, de todas formas y como en un libro que leí, sus vidas eran paralelas y ambas desembocaban en el mismo mar. Un tunel invisible, así como el escudo que ella usaba para protegerse. Nadie está exento de la muerte y el dolor. De hecho, nadie dice que va a ser eterno el cariño que hoy se convirtió en amor, por parte del par
Ella con miedo a ser lastimada, el con miedo al cambio.
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